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El roble

Sábado 11 de septiembre de 2021, por Daniel Viñar Ulriksen

En gurisitx plantamos un roble, hijo de un precioso roble de hoja redonda, en Punta Ballena, muy cerca del Arboretum Lussich, descendiente de alguna de las 16 especies de quercus que introdujo Lussich en Uruguay a principios del siglo XX.

Hace ya más de 6 años, recogimos bellotas de varios robles y las hicimos germinar en una suerte de almácigo de hojas secas y humus. Repicamos los esquejes que regalamos a varixs amigxs. Él que nos concierne creció primero unos tres años en una maceta en un balcón, y lo replantamos en gurisitx en el 2018, en cuanto pudimos habilitar un pequeño espacio de tierra para el jardín.

El roble meses después de replantado
Anunciándose la primavera 2020, vimos que este arbolito retorcido, aún un poco bonzai luego de sus primero años en una maceta demasiado pequeña en un balcón, estaba vivo.
El brote más alto del roble
Aunque fuera de foco, vemos el brote que el roble lanzaba rápidamente hacia el cielo.
Brote del roble
Otro brote del roble, también fuera de foco.

Un mes después, esos primeros brotes ya eran hojas en ramas:

Roble luego de un mes de primaver
El 24 de octubre, todos los brotes del roble ya eran ramas con hojas.

Y transcurrida la tercera parte de noviembre, ya era todo un arbolito, en la punta de las ramas del cual seguían apareciendo nuevos brotes:

El roble sigue creciendo
Al 9 de noviembre, el roble sigue sacando nuevos brotes, a medida que los precedentes se vuelven hojas.
La cima del roble
En la cima del roble se ven bien esas hojas ya maduras, verde oscuro y opaco, y las pequeñas más tiernas, de un verde más claro y brillante.

No más que diez días después, esos brotes a su vez se transformaban en hojas:

Los mismos brotes de las fotos anteriores se ha vuelto hojas

Siguió así creciendo, toda la primavera y el verano de esta pandemia. Como buen árbol caduco, en otoño perdió sus hojas. No le sacamos fotos, probablemente porque no fuer particularmente bonito. Eso es lindo cuando los árboles son grandes, y se visten de tonos amarillos y rojizos. En este arbolito chico en un lugar protegido, algunas horas quedaron parcialmente verdes hasta el invierno. Se iban secando una por una, con un marrón cualquiera, y caían sin mucho decoro.

Ahora, un año después de las primeras fotos que publicamos acá, el roble es un arbol bastante más grande, aún totalmente pelado, pero en el cual empiezan a adivinarse los primeros brotes de la primavera.

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