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Mi genealogía de Qhispiy reloaded

Martes 9 de marzo de 2021, por Daniel Viñar Ulriksen

Allá por el 2005, me picaba latinoamérica. Sin saber como hacerlo, quería ser parte de los cambios progresistas que veía avanzar y llegar en Uruguay, luego Bolivia, ya Brasil, Paraguay, Ecuador, Argentina, ...

Ya tenía claro que no quería seguir trabajando para una consultora cuyos clientes eran grandes multinacionales, y me había abierto un espacio para involucrarme en lo que me importaba: el software libre, en el sentido más crudo de ser el aliado de todxs y cada unx de lxs usuarixs.

Me involucré en la comunidad SPIP y en Bellinux, un grupo de entusiastas con quienes ocupamos un piso de "La Générale", un squatt (edificio ocupado) en el arrondissement XIX de París, en el que recuperamos centenas de computadoras desechadas con las que equipamos diversas personas y telecentros, en particular en hogares de migrantes.

Ya conocía la iniciativa global OLPC y adhería a la propuesta de dar a cada niñx y maestrx una computadora básica y adecuada, así como conectividad. Me marcaron sus principios fundamentales, la concepción de la XO, con su resistencia a golpes, su entorno aplicativo Sugar, precursor de las interfaces Android-like (rompía por primera vez la metáfora del escritorio con carpetas que contenían carpetas y documentos, por una en la que veíamos mi vecindario, mi grupo, mi hogar, mi actividad); su pantalla innovador inigualada hasta hoy (alta definición y capacidad de verse al sol, en iluminación directa en versión monocromática, retroiluminada sólo para los colores), la idea de la red mesh, ...

En Bellinux nació el proyecto Qhispiy, para responder a la oportunidad de los financiamientos de co-desarrollo sur-sur, de la Alcaldía de París. Recuerdo a Norbert que decía: "¿Pero para qué nos vamos a presentar a eso? ¿Quién lo va a realizar?" Y ahí se me ocurrió tomarme un año sabático. "Ahí toma sentido", dijo Norbert.

Llegué a La Paz, Bolivia, en agosto 2007, no sin antes pasar por Santiago de Chile y dejar una semillita de lo que fue el hacklab y teatro KernelHouse/La Tola.

Pero la verdad es que tardé en ir a Sucre, y en el año hice poco por el proyecto Qhispiy. Me vi rápidamente atraído por espejitos de Palacio, y antes de que termine el año me vi involucrado en la redacción de lo que fue el proyecto Khantuta, una propuesta para desplegar OLPC en Bolivia. El Ministro de Presidencia, Juan Ramón Quintana, habló de un proyecto piloto con 20.000 niñxs para 2008. Fines 2007, viajé a Uruguay para finalizar la propuesta, y tuve el privilegio de asistir, en una camioneta de la UdelaR, proyecto Flor de Ceibo, a las primeras entregas de XO en Florida por el plan Ceibal.

Pero a fines de 2007 también, Negroponte, que había tenido más abrazos de presidentes que pedidos de máquinas para asegurar la masa crítica en su proyecto, dijo que OLPC debía ser más como Microsoft y menos como los integristas del software libre, o algo así. Con razón, Walter Bender, jefe de proyecto del componente de software, Sugar, se enojó, se fue de OLPC y fundó SugarLabs, separando el software del hardware de la XO. Entre eso y otros pormenores locales del mismo estilo, de un día para otro este proyecto Khantuta que tenía viento en popa se acabó, y quedó en la nada. Igual, cuando vimos que McCain estaba vendiendo las XO para lograr la paz en Afganisthan o Colombia, también nos dimos cuenta que mejor no frecuentar de más a esa gente.

En Bolivia igual hice cantidad de cosas en tres años, que fueron más trabajólicos que sabáticos, como participar en la nacionalización de Entel, potenciar la comunidad de Software Libre, armar el hacklab R00thouse, y trabajar en equipo para armar una política de software libre, que se plasma realmente luego, en la creación de Geobolivia y de la AGETIC.

En 2010 me vuelvo a Francia a cerrar boliche, y me vuelvo, ya no a Bolivia como inicialmente pensado, sino a Uruguay.

2018, desde Bolivia me invitan al primer Congreso Internacional de Seguridad Informática de la Agetic. Ahí nació la idea del proyecto Khantuta Reloaded, de iniciar con la Agetic en Bolivia y Ceibal en Uruguay, experiencias pilotos retomando la esencia de las ideas de 10 años antes, utilizando los dispositivos descartados por Ceibal por ser considerados obsoltetos, aunque estén nuevos.

Trabajamos ese proyecto en 2019, pero el golpe de noviembre no lo permitió.

Ahora surge una idea de familia y de barrio, que naturalmente podemos llamar Qhispiy reloaded.

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